Los padres de Sergio y Laura quisieron regalar una tarta personalizada a sus hijos, unos chicos ya crecidos pero que les encantó el detalle. Al final, cada uno cogió su figura para guardársela y de la tarta no sobró nada de nada, es que el bizcocho red velvet con frosting de queso es un acierto seguro.
Anécdota:
¿Recordáis el libro de "Como Agua para Chocolate"? En él, se dice que cuando se cocinaba se transmitían los sentimientos a las personas que luego se lo comían. Pues bien, me pasó algo parecido con ésta tarta.
Hice el bizcocho y me llamaron por teléfono, me pusieron de muy mala leche y, cuando me di cuenta, el bizcocho se había hundido por el centro y se echó a perder....
Lo volví a repetir y fue perfecta pero os recomiendo no correr riesgos y cocinar relajadas (si podéis, no cojáis el teléfono! :-D)
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